¿Por qué juzgas a otros?
Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez
(Santiago 4:11).
Reflexión: Con frecuencia hay quienes dicen que juzgar es pecado y que solo Dios puede juzgarnos, sin embargo, juzgar no siempre está mal, en su lugar usar la hipocresía cuando lo hacemos sí. Jesús en Mateo 7:1-2 dijo: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido”. Muchos utilizan esta declaración en un intento por hacer callar a quienes les critican, interpretando que Jesús quería decir que ninguno tenía el derecho para juzgar a otro, no obstante, Jesús continúa estas palabras diciendo: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” Mateo 7:3-5. De manera que Cristo condena es la hipocresía de la que hacemos uso cuando emitimos algún juicio, para evitar pecar con este mal debemos examinarnos a nosotros mismos antes de juzgar a los demás. Jesús nos habla de sacarnos la viga de nuestro ojo, antes de sacar la paja del ojo de alguien más, es decir, primero autocorregirnos nosotros antes de hacerlo con otros, por lo que no está mal corregir a los demás, pero sin ser hipócritas. Si vamos a juzgar a alguien, debe ser siempre en amor, sin hipocresía y llamando a las personas al arrepentimiento, pensando en construir y edificar en vez de destruir y avergonzar, como se aprecia en Gálatas 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
Paz y Gracia.