La libertad es el bien más deseado por los hombres y también el más prostituido.
Dios quiere al hombre libre, porque lo ama. Y quiere ser amado libremente.
Dios nos llama. Pero sólo quiere respuestas libres. Por eso es de larga espera.
No es Dios quien nos ata al "destino", a la "fatalidad": destino ciego, "dioses crueles".
Dios nos quiere libres de todo lo que nos "encadena". Y por eso ha querido morir él. Para que nos vayamos liberando del mal que nos encadena. Es tarea de toda la vida: que un hombre libre en potencia, se vaya liberando para ser realmente libre, para vivir como hombre libre.
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